miércoles, 11 de junio de 2008


Y de repente despierto en la nada, como un susurro en el desierto, con el alma congelada, con mis mil y un defectos. Ahora sólo me apetece gritar, poner el grito en el cielo, pero no lo hago, no lo puedo evitar, porque todavía te quiero. Sé que aún me falta madurar, y nunca mejor como a tu lado. Sé que al menos lo voy a intentar, lucharé aunque esté destrozado. No me quiero despedir de esta manera tan fría, con lágrimas en los ojos y el alma vacía, Sólo te diré por última vez...para siempre, mi vida.

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