y volver a empezar

No pido que me entiendas, me basta con que me sigas el rollo cuando llevo una cerveza de más y digo tonterías. Y llegó el 2015. Y con él, mi único propósito: dejar la autodestrucción y volver a ser yo. He decidido dejar, definitivamente, mis malos hábitos. Esos que tan feliz me han hecho de niña, pero tan vacía me han dejado como mujer. He conocido a personas maravillosas, que aunque no sigan presentes, yo nunca las olvido. He experimentado el mayor dolor de estómago, y no por enfermedad, sino por no poder parar de reírme. He tenido las conversaciones más profundas con la gente más extraña que he conocido jamás. He tenido amores tan intensos como fugaces. He tenido dolor de tanta felicidad, he tenido la sensación de tenerlo todo, absolutamente todo. He volado a lugares inimaginables sin tan siquiera moverme del sitio. Y si les parece poco, además de todo esto, también me enamoré. Me enamoré de su risa, de sus rarezas, de la manera que tenía de mirarme, de cada gesto que regalaba,y hasta, en un desesperado momento, de su final. Pero como todo, hay otra cara en la moneda. Y, he de decir, que esta cara me ha pesado más. Porque conocí a gente por la que hubiera dado todo, y con eso fue con lo que me quedé, nada. Porque experimenté el bajón de cuatro días, por uno de felicidad. Porque obtuve las discusiones más degradantes al no saberme llevar. Porque tuve amores tan simples que seguramente en mi sano juicio no hubieran surgido jamás. Porque sentí vacío y soledad rodeada de personas en algún buen festival. Porque volé tantas veces que me dejé en evidencia. Y si les parece poco, además de todo esto, también me enamoré. Me enamoré de la relación más insana, con la persona menos indicada, en el momento menos apropiado. Pero ya está. Se acabó. Y ahora trabajo para volver a amar… pero esta vez, a mi. Y desde entonces, todo está saliendo bien