
Érase una vez Ernesto, un niño a quien le gustaba mucho (fastidiar a) una niña. A Salomé. Y érase Salomé, la niña que fue a contar a su mamá todo lo que Ernesto le había hecho. Todo: Le había tirado del pelo. Le había quitado el sombrero. Le había arrancado las gafas a propósito. Entonces su mamá le dijo que sin duda Ernesto era un poco bruto y que seguramente lo que pasaba es que quería jugar con ella, pero no sabía cómo decírselo. Y la mamá le dijo también que Ernesto, sin duda, estaba enamorado de Salomé.
En el recreo, Candela dijo: ¡Enamorado de Salomé! Y ¿qué es estar enamorado?
Salomé tampoco sabía que era aquella cosa morada.
Guillermo lo que sabía es que se cae, se cae rendido de amor.
Salomé se había caído muchas veces de la bicicleta, ¡pero de amor nunca!
¡Los enamorados son cosas de los cuentos! -dijo Mateo.
¡Ah, sí! Con príncipes y princesas. ¿Con vestidos muy bonitos? ¿Y con espadas? ¿Y reyes? ¿Y reinas? ¡Y dragones!
Entonces, ¿los enamorados son de mentira? -preguntó Salomé.
Nicolás creía que cuando alguien está enamorado se pone triste, le da como vergüenza y se le pone la cara roja.
- ¡Es estar hipnotizado! -dijo Lucas
Salomé comprendió, entonces, que estar enamorado es volverse un poco loco.
La pequeña Micaela había oído algo de un rayo que te atraviesa ¡Es de fuego! ¿Y quema? ¡Es un relámpago! ¡Es una tormenta!
-¿Entonces llueve? -preguntó Lorena.
Y Salomé llegó a la conclusión de que ¡hay que llevar paraguas para estar enamorado!
Pero Tomás dijo que estar enamorado es una cosa del corazón.
-¿Quieres decir que te duele el corazón? ¿Y te da fiebre también? ¿Y no puedes hablar? ¿Entonces te pones enfermo?
- ¡Qué cansado debe ser estar enamorado! -suspiró Salomé.
-¡Hay que ser dos para estar enamorados! -aseguró Lucas
-¿Y uno solo no se puede? ¿Y tres? ¿Y cuatro? ¡ah, ahhh, todos enamorados!
- Pero por fin, ¿cuántos tienen que ser? -preguntó Salomé.
Ana sabía que estar enamorado es para casarse, sin duda. Es para los señores. ¡Y las señoras! ¡Es para los papás y las mamás!
Entonces, ¡hay que ser mayor para estar enamorado! -pensó Salomé.
-¡Puff! estar enamorado, eso no pasa nunca -suspiró Leonardo.
-¡Sí que pasa, cada día! ¡Y es para siempre!
-¿Y para cinco minutos no?
-¡No!, ¡es para toda la vida!
-¡Oh!, pero eso es demasiado tiempo, ¿no? -dijo Salomé
-¡Estar enamorado es algo muy importante! -decretó Manuela- ¡Es para la profesora! ¡Es para tu mejor amiga!
-¿Entonces es sólo para chicas?
-¡Claro que n! ¡No!, ¡es sólo para los chicos! -gritó Salomé.
Serena soltó una risita, porque los enamorados ¡se dan besos! ¡Y se dan la mano! ¡Estar enamorados es para hacer bebés! ¡Uhh, uhhh!
¿Por casualidad no habrá que ir desnudo para estar enamorado? -sugirió Salomé.
-¡Enamorados es estar como en un sueño! -dijo Jacobo
-¡Es como flotar en el cielo! -dijo Mauricio- Con flores ¡Y tener alas!
Y Salomé concluyó que para estar enamorado hay que ser un ángel.
Entonces llegó Ernesto (el enamorado) para traquetear, una vez más a Salomé, y tirarle la cartera y pisarle el abrigo, a propósito. ¡Y nadie dijo ni una palabra! Y Salomé pensó ¡que sus amigos tendrían que explicarle urgentemente a Ernesto lo que significa estar enamorado!
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