miércoles, 1 de abril de 2009

carta a los hipocritas

Te piden favores y te devuelven patadas. Agradezco la experiencia porque sé que cuando tenga cincuenta años estaré con unas pocas personas degustando un buen vino acompañado de una buena tabla de quesos y embutido ibérico.
La diferencia está en que yo me sentiré acompañada en un círculo de honestidad y un pasado limpio mientras otros se convertirán en esas `viejas glorias que pasan el día rememorando un pasado lleno de rencor y odio contando todo aquello que omitieron en cierto momento mientras juegan al dominó.
No soy de muchos amigas pero los pocos que tengo para mí es mejor que tener cien conocidos. Porque el día que estés en la trinchera y mires para los lados sólo verás al otro bando que clavará su bayoneta en tu corazón sin pensarlo.HIPOCRITAS, esa es la palabra que define vuestros más oscuros pensamientos mientras os pudrís en la miseria. Mientras lo más profundo de vuestro ser se oculta a ojos de vuestros seres queridos otros ojos reconocen lo que en su día fue un error, también le cuesta caro a lo que hoy llamamos presente.
Ese presente incierto vivís en concordancia de comentarios, cotilleos y demás palabrería vana y vacía de significado alguno…esa palabrería que lleva al huerto a mucha gente, gente en mayor o menor grado como vosotros.
El despotismo, hipocresía y envidia que corroe vuestras venas se equiparan a vuestra capacidad de destruir relaciones, de enojar a la gente y de crear poco a poco eso a lo que la gente llama demonio.Vuestros demonios interiores fruto de una vida frustrada por unas expectativas nunca consolidadas os han llevado a no distinguir la realidad de la ficción, convertir el día a día en vuestra reafirmación interior, esa reafirmación que quiere dar sentido a todo esto. Yo os voy a decir cómo y donde está todo lo que buscáis, porqué sí hay inteligencias superiores y realmente lo pienso respecto a vosotros, porqué buscáis cuando tenéis, porqué sois tan odiosamente vulgares, porqué encizañáis de tal manera que no os reconocéis ni a vosotros mismos, porqué engañáis,
Para encontrarlo lo único que tenéis que hacer es poner la mente en blando sin crear ese halo de confusión constante en el que sobrevivís y poneros delante del espejo, aguantad un minuto si podéis y en ese mágico momento llamado sincerarse con uno mismo veréis que no veis nada más que carne sin alma, no os podéis sincerar porque toda vuestra vida es una farsa de cara a cualquier persona
Lo más triste de todo es que todo se podía evitar sino jugaseis con una cosa que nos da la infancia, el nombre es inocencia y el apellido lo ponéis cuando destruís lo primero. Seguid así, porque os exterminaréis a vosotros mismos.